dilluns, 24 de novembre del 2008
diumenge, 9 de novembre del 2008
En la montaña tengo una amiga.
Mi amiga vive sola en una casa de piedra, rodeada por las cimas de una sierra. Es una delicia pasear por su huerto multicolor mientras te explica cómo van creciendo sus lechugas, habas, judías, pimientos, tomates... y todo lo que puedas desear.
Mi amiga siempre tiene el fuego encendido en el hogar y la puerta abierta a todo aquél que vaya a visitarla. Nunca falta una tostada de pan del pueblo con embutidos, que te ofrece con todo el cariño de quien sabe que da algo bueno.
Mi amiga ha vivido duramente, como montañesa que es. Ha vivido la muerte y ha vivido la vida, con todo lo que eso acarrea. Y es que la montaña no es tan idílica como pueda parecer.
Mi amiga no tuvo luz en su casa hasta hace unos quince años. Me contaba divertida cómo se iluminaban con algo parecido a las teas en las largas noches de invierno.
Mi amiga es sabia. Conoce las fases de la luna y las virtudes de las plantas, el vuelo de los pájaros, los escondites de las setas, los misterios del agua...
Mi amiga cuenta viejas historias, como la de aquella vez en que vio una serpiente con larga cabellera rubia y corona de diamantes. No te rías de ella, le dolería mucho. Es incapaz de mentir.
Mi amiga se llama Juanita, es una anciana y una vez fue mi vecina, la mejor de las vecinas que una pueda tener.
Muchas veces la echo de menos.